lunes, 19 de noviembre de 2018

TIPOS DE ESTRÉS




Tipos de Estrés

Estrés agudo y estrés crónico


         En el ser humano el estrés puede clasificarse en dos categorías según su incidencia y modo de presentación: agudo (transitorio) y crónico (de larga duración o recurrente).

       Tanto el estrés agudo como el crónico pueden también ser anticipatorio. El estrés anticipatorio está asociado a la capacidad de una persona para preveer momentos o períodos de tensión o peligro. Un ejemplo de estrés anticipatorio agudo sería el que experimenta una persona en la hora que precede al examen del carnet de conducir y ejemplo de estrés anticipatorio crónico sería el que padece una persona que está en paro y dentro de tres meses se le termina el subsidio de desempleo.


       El estrés agudo hace referencia a la activación breve de la respuesta de «lucha o huida». Se produce cuando un individuo experimenta una sensación de peligro inminente  La amenaza es percibida en primer lugar por la mente e instantes después el cuerpo reacciona: el ritmo cardíaco se acelera, aumenta la sudoración y se desencadenan otros signos fisiológicos. Desde el punto de vista psicológico, es habitual sentir miedo o angustia.
        
         Sin embargo el estrés agudo no tiene por qué estar siempre asociado al temor. En ocasiones implica sentimientos de frustración, enojo o impotencia. Entre las  situaciones que pueden generar estas emociones podríamos mencionar la imposibilidad de conciliar el sueño debido a un exceso de ruido en la calle, o la imposibilidad de cumplir en el trabajo con un plazo de entrega ajustado, o  llegar a tiempo a una cita urgente a causa de un atasco de tráfico.

         Cuando el origen del estrés agudo desaparece se regresa a un estado físico y psíquico normal. Ya no se siente angustia, miedo, ni ansiedad y las reacciones físicas, como la taquicardia, remiten. Este tipo de estrés constituye una parte normal de la vida y no representa en ningún caso una amenaza a largo plazo para la salud.

         El estrés que se prolonga durante un largo período se conoce como «crónico ». El estrés crónico describe un estado de activación persistente  haciendo que el cuerpo se encuentre permanentemente en «situación de alerta». Las personas afectadas suelen experimentar y manifestar el estrés  mediante cambios físicos (“Tengo constantes dolores de cabeza”,…), emocionales (“Estoy de mal humor”,…) o conductuales (“Fumo más”,…), o bien como una combinación de todos ellos.

         Este tipo de estrés es el que puede llegar a ser más perjudicial para el individuo, pues provoca un estado de agotamiento emocional y físico, y aumenta la vulnerabilidad frente a diversas enfermedades físicas y trastornos psicológicos. Vivir en condiciones estresantes durante un período de tiempo prolongado puede resultar muy pernicioso.

         Si bien los signos del estrés crónico difieren de una persona a otra, lo más frecuente es que se den un conjunto de síntomas específicos relacionados con las emociones, el comportamiento y el estado físico habitual. Así, el individuo puede sufrir frecuentes dolores de cabeza, palpitaciones, dolores de estómago o molestias en el pecho, temblores o sacudidas, sudoración excesiva, irritabilidad, pesimismo, sueño inquieto, insomnio, falta de deseo sexual, sobrealimentación en algunos caso y en otros pérdida de apetito, por mencionar algunos.

         En la sociedad actual hay dos factores que suelen estar presentes en la mayoría de los casos con estrés crónico. Por un lado la tensión en la vida familiar con sus particulares circunstancias (la educación de los hijos, las obligaciones domésticas, la administración de los ingresos,...) supone una fuente de tensión y conflicto que consume tiempo y energía, sobre todo cuando ambos cónyuges trabajan fuera de casa. Los conflictos y las discusiones pueden agravar el estrés. Otro de los factores más estresantes de la vida moderna es el trabajo con sus exigencias y obligaciones.
        
         Las investigaciones ponen de manifiesto que las personas infelices, estresadas y deprimidas tienen más probabilidades de padecer enfermedades que aquellas otras que han aprendido a controlar el estrés de un modo eficaz y mantienen una disposición de ánimo relajada y positiva.

         En cuanto se detectan los primeros síntomas de estrés crónico es muy aconsejable poner en práctica las técnicas de control del estrés. Una actuación a tiempo puede evitar que la situación no nos desborde y aparezcan síntomas que afecten o pongan en peligro nuestro bienestar.



                     Publicado por: Antonio Luis Guerrero Gutiérrez

                                                                   Psicólogo Especialista en Psicología Clínica