Tipos de Estrés
En
el ser humano el estrés puede clasificarse en dos categorías según su
incidencia y modo de presentación: agudo (transitorio) y crónico (de larga
duración o recurrente).
Tanto el estrés agudo como el crónico pueden también ser
anticipatorio. El estrés anticipatorio está asociado a la capacidad de
una persona para preveer momentos o períodos de tensión o peligro. Un ejemplo
de estrés anticipatorio agudo sería el que experimenta una persona en la hora
que precede al examen del carnet de conducir y ejemplo de estrés anticipatorio
crónico sería el que padece una persona que está en paro y dentro de tres meses
se le termina el subsidio de desempleo.
El
estrés agudo hace referencia a la activación
breve de la respuesta de «lucha o huida». Se produce cuando un individuo
experimenta una sensación de peligro inminente La amenaza es percibida en primer lugar por la
mente e instantes después el cuerpo reacciona: el ritmo cardíaco se acelera,
aumenta la sudoración y se desencadenan otros signos fisiológicos. Desde el
punto de vista psicológico, es habitual sentir miedo o angustia.
Sin
embargo el estrés agudo no tiene por qué estar siempre asociado al temor. En
ocasiones implica sentimientos de frustración, enojo o impotencia. Entre
las situaciones que pueden generar estas
emociones podríamos mencionar la imposibilidad de conciliar el sueño debido a
un exceso de ruido en la calle, o la imposibilidad de cumplir en el trabajo con
un plazo de entrega ajustado, o llegar a
tiempo a una cita urgente a causa de un atasco de tráfico.
Cuando
el origen del estrés agudo desaparece se regresa a un estado físico y psíquico
normal. Ya no se siente angustia, miedo, ni ansiedad y las reacciones físicas,
como la taquicardia, remiten. Este tipo de estrés constituye una parte normal
de la vida y no representa en ningún caso una amenaza a largo plazo para la
salud.
El
estrés que se prolonga durante un largo período se conoce como «crónico ». El
estrés crónico describe un estado de activación persistente haciendo que el cuerpo se encuentre
permanentemente en «situación de alerta». Las personas afectadas suelen
experimentar y manifestar el estrés
mediante cambios físicos (“Tengo constantes dolores de cabeza”,…),
emocionales (“Estoy de mal humor”,…) o conductuales (“Fumo más”,…), o bien como
una combinación de todos ellos.
Este
tipo de estrés es el que puede llegar a ser más perjudicial para el individuo,
pues provoca un estado de agotamiento emocional y físico, y aumenta la
vulnerabilidad frente a diversas enfermedades físicas y trastornos
psicológicos. Vivir en condiciones estresantes durante
un período de tiempo prolongado puede resultar muy pernicioso.
Si bien los
signos del estrés crónico difieren de una persona a otra, lo más frecuente es
que se den un conjunto de síntomas específicos relacionados con las emociones,
el comportamiento y el estado físico habitual. Así, el individuo puede sufrir
frecuentes dolores de cabeza, palpitaciones, dolores de estómago o molestias en
el pecho, temblores o sacudidas, sudoración excesiva, irritabilidad, pesimismo,
sueño inquieto, insomnio, falta de deseo sexual, sobrealimentación en algunos
caso y en otros pérdida de apetito, por mencionar algunos.
En la sociedad actual hay dos factores que suelen estar
presentes en la mayoría de los casos con estrés crónico. Por un lado la tensión
en la vida familiar con sus particulares circunstancias (la educación de
los hijos, las obligaciones domésticas, la administración de los ingresos,...)
supone una fuente de tensión y conflicto que consume tiempo y energía, sobre
todo cuando ambos cónyuges trabajan fuera de casa. Los conflictos y las
discusiones pueden agravar el estrés. Otro de los factores más estresantes de
la vida moderna es el trabajo con sus exigencias y obligaciones.
Las
investigaciones ponen de manifiesto que las personas infelices, estresadas y
deprimidas tienen más probabilidades de padecer enfermedades que aquellas otras
que han aprendido a controlar el estrés de un modo eficaz y mantienen una
disposición de ánimo relajada y positiva.
En
cuanto se detectan los primeros síntomas de estrés crónico es muy
aconsejable poner en práctica las técnicas de control del estrés. Una
actuación a tiempo puede evitar que la situación no nos desborde y aparezcan
síntomas que afecten o pongan en peligro nuestro bienestar.
Psicólogo Especialista en Psicología Clínica